La calle Imagen es el paradigma de
la destrucción sufrida por el patrimonio arquitectónico histórico de Sevilla a
mediados del siglo XX en un proceso que, según las organizaciones
conservacionistas, aún no ha concluido. La que hoy en día podría haber sido una
de las calles más asoleradas de la ciudad, es, por el contrario, una vía
despersonalizada, carente de belleza y nada arraigada en el pueblo. Puede que
no sea casualidad que en una de sus esquinas, hiriendo la fisonomía de una plaza
aledaña, tenga su sede el Colegio de Arquitectos, al que mañana el Ayuntamiento
distinguirá por su contribución a la ‘preservación del patrimonio’.
El proceso de destrucción arquitectónica en Sevilla tiene un
hito en la memoria reciente de la ciudad: el derribo del palacio de los
Sánchez-Dalp en la plaza del Duque, un edificio de carácter historicista que en
su época suscitaba división de opiniones entre los expertos y cuya vida no fue
muy larga, pero que logró instalarse de manera indeleble en el recuerdo de las
generaciones que alcanzaron a conocerlo. Sin embargo, no fue aquel el caso más
grave de destrucción patrimonial acontecido a mediados del siglo pasado en la
capital de Andalucía. Pese a no haber adquirido la misma relevancia, el
verdadero paradigma de ese proceso lo constituye la brutal transformación urbanística
operada en la calle Imagen, que, víctima de una provinciana obsesión por los
ensanches, vio cómo sus antiguos edificios de tres plantas y arquitectura
tradicional fueron derribados y suplantados por construcciones de fisonomía
moderna y seis plantas, completamente extrañas a su entorno.
Aquel proceso de transformación vino a rematarse en una
primera instancia –el remate definitivo vendrá de la mano de la construcción
del proyecto Metropol Parasol en la Encarnación- el año 1976 con la
construcción de la sede del Colegio de Arquitectos de Andalucía Occidental, un
edificio ubicado en la esquina de Imagen con la plaza del Cristo de Burgos, del
que fueron autores Gabriel Ruiz Cabrero y Enrique Perea Caveda, ninguno, por
cierto, de Andalucía Occidental, ni siquiera de la otra; el primero madrileño y el segundo cántabro.
Dicho edificio ha sido catalogado esta semana desde el
Ayuntamiento como ‘una obra de arte’, un elogio que hasta ahora nadie le había
dedicado; ni siquiera sus más fieles partidarios, que son bastantes menos que
sus detractores. En la glosa del edificio que se realiza en el catálogo de la
exposición ‘Un siglo de Arquitectura’ organizada por el colegio y la fundación
Fidas, se dice de él: “en su condición de esquina, hacía de charnela entre dos
realidades urbanas totalmente diferentes: la plaza del Cristo de Burgos, con
sus tres plantas de altura y su parafernalia decimonónica y la calle Imagen, un
trozo de ciudad moderna”. Adviértase el tono peyorativo utilizado para
referirse a la ‘parafernalia decimonónica’ de la plaza del Cristo de Burgos,
tono que contrasta con la connotación positiva que se otorga –“un trozo de
ciudad moderna”- a la calle Imagen.
La cuestión es que, puesto a elegir entre una ‘realidad’ y
otra, el edificio –‘el diálogo con el entorno urbano proseguía con otras
estrategias que seguían eludiendo la mímesis historicista’, continúa la glosa
ya definitivamente ida por los cerros de la pedantería- se decanta por el estilo
de la nueva calle Imagen, viniendo a completar el ‘trabajo’ acometido en las
ominosas décadas anteriores.
En la foto que ilustra esta página, perteneciente a la
fototeca de la Universidad de Sevilla, se observa el aspecto que ofrecía la
calle Imagen antes de su transformación; aspecto que contrasta notablemente con
el que muestra hoy día, en vísperas por cierto de una nueva transformación,
equiparable en impacto a la primera.
El Colegio de Arquitectos de Andalucía Occidental recibirá
mañana uno de los reconocimientos que otorga el Ayuntamiento con motivo del Día
de Sevilla con el que se quieren premiar los servicios prestados por esta
institución, paradójicamente, en lo relativo a la protección del patrimonio
histórico y que son innegables, se ha citado el caso de la destrucción del
Puente de Triana, que frenó el Colegio. Ello, empero, contrasta con la cobertura
dada a iniciativas urbanísticas como los proyectos Metropol o La Piel Sensible.
El enigma probablemente nos será aclarado por las candidaturas de las próximas
elecciones municipales, donde tal vez veamos asomar alguna pajarita.
N. d A. Al final, el decano del Colegio de Arquitectos, a quien aludía la insinuación de la pajarita, se acabaría desmarcando públicamente de la dinámica 'transformadora' del alcalde Monteseirín. No obstante lo cual, dejamos la literalidad del artículo tal y como se publicó en El Mundo de Andalucía.
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