domingo, 4 de diciembre de 2011

ERASE UNA VEZ LA CALLE IMAGEN


La calle Imagen es el paradigma de la destrucción sufrida por el patrimonio arquitectónico histórico de Sevilla a mediados del siglo XX en un proceso que, según las organizaciones conservacionistas, aún no ha concluido. La que hoy en día podría haber sido una de las calles más asoleradas de la ciudad, es, por el contrario, una vía despersonalizada, carente de belleza y nada arraigada en el pueblo. Puede que no sea casualidad que en una de sus esquinas, hiriendo la fisonomía de una plaza aledaña, tenga su sede el Colegio de Arquitectos, al que mañana el Ayuntamiento distinguirá por su contribución a la ‘preservación del patrimonio’.




 
El proceso de destrucción arquitectónica en Sevilla tiene un hito en la memoria reciente de la ciudad: el derribo del palacio de los Sánchez-Dalp en la plaza del Duque, un edificio de carácter historicista que en su época suscitaba división de opiniones entre los expertos y cuya vida no fue muy larga, pero que logró instalarse de manera indeleble en el recuerdo de las generaciones que alcanzaron a conocerlo. Sin embargo, no fue aquel el caso más grave de destrucción patrimonial acontecido a mediados del siglo pasado en la capital de Andalucía. Pese a no haber adquirido la misma relevancia, el verdadero paradigma de ese proceso lo constituye la brutal transformación urbanística operada en la calle Imagen, que, víctima de una provinciana obsesión por los ensanches, vio cómo sus antiguos edificios de tres plantas y arquitectura tradicional fueron derribados y suplantados por construcciones de fisonomía moderna y seis plantas, completamente extrañas a su entorno.



 
Aquel proceso de transformación vino a rematarse en una primera instancia –el remate definitivo vendrá de la mano de la construcción del proyecto Metropol Parasol en la Encarnación- el año 1976 con la construcción de la sede del Colegio de Arquitectos de Andalucía Occidental, un edificio ubicado en la esquina de Imagen con la plaza del Cristo de Burgos, del que fueron autores Gabriel Ruiz Cabrero y Enrique Perea Caveda, ninguno, por cierto, de Andalucía Occidental, ni siquiera de la otra;  el primero madrileño y el segundo cántabro.
Dicho edificio ha sido catalogado esta semana desde el Ayuntamiento como ‘una obra de arte’, un elogio que hasta ahora nadie le había dedicado; ni siquiera sus más fieles partidarios, que son bastantes menos que sus detractores. En la glosa del edificio que se realiza en el catálogo de la exposición ‘Un siglo de Arquitectura’ organizada por el colegio y la fundación Fidas, se dice de él: “en su condición de esquina, hacía de charnela entre dos realidades urbanas totalmente diferentes: la plaza del Cristo de Burgos, con sus tres plantas de altura y su parafernalia decimonónica y la calle Imagen, un trozo de ciudad moderna”. Adviértase el tono peyorativo utilizado para referirse a la ‘parafernalia decimonónica’ de la plaza del Cristo de Burgos, tono que contrasta con la connotación positiva que se otorga –“un trozo de ciudad moderna”- a la calle Imagen.





 
La cuestión es que, puesto a elegir entre una ‘realidad’ y otra, el edificio –‘el diálogo con el entorno urbano proseguía con otras estrategias que seguían eludiendo la mímesis historicista’, continúa la glosa ya definitivamente ida por los cerros de la pedantería- se decanta por el estilo de la nueva calle Imagen, viniendo a completar el ‘trabajo’ acometido en las ominosas décadas anteriores.
En la foto que ilustra esta página, perteneciente a la fototeca de la Universidad de Sevilla, se observa el aspecto que ofrecía la calle Imagen antes de su transformación; aspecto que contrasta notablemente con el que muestra hoy día, en vísperas por cierto de una nueva transformación, equiparable en impacto a la primera.
El Colegio de Arquitectos de Andalucía Occidental recibirá mañana uno de los reconocimientos que otorga el Ayuntamiento con motivo del Día de Sevilla con el que se quieren premiar los servicios prestados por esta institución, paradójicamente, en lo relativo a la protección del patrimonio histórico y que son innegables, se ha citado el caso de la destrucción del Puente de Triana, que frenó el Colegio. Ello, empero, contrasta con la cobertura dada a iniciativas urbanísticas como los proyectos Metropol o La Piel Sensible. El enigma probablemente nos será aclarado por las candidaturas de las próximas elecciones municipales, donde tal vez veamos asomar alguna pajarita.

N. d A. Al final, el decano del Colegio de Arquitectos, a quien aludía la insinuación de la pajarita, se acabaría desmarcando públicamente de la dinámica 'transformadora' del alcalde Monteseirín. No obstante lo cual, dejamos la literalidad del artículo tal y como se publicó en El Mundo de Andalucía.

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