lunes, 8 de diciembre de 2014

ERASE UNA VEZ SEVILLA

A modo de invitación para que os animéis a ir a la exposición ‘Puertas de Sevilla, ayer y hoy’ que estará instalada en el Antiquarium de la Encarnación hasta el 22 de febrero, quisiera dedicar esta entrada del blog a un rincón muy principal de la Sevilla de hace siglo y medio que hoy, por desgracia, apenas tiene que ver con lo que fue entonces.

LA PUERTA DE TRIANA




De seguir aún en pie, la Puerta de Triana sería hoy en día uno de los rincones más característicos y, sin duda, típicos de Sevilla. Ya lo fue en su día. Por desgracia, en su destino se cruzaron decisiones que hoy juzgaríamos cuando menos incomprensibles, que reducirían a escombros lo que fue y hoy seguiría siendo un insigne monumento. Más que ocuparnos de su historia, en esta entrega nos recrearemos en sus detalles, en la vida que la rodeada y de la que nos dejó una impagable crónica la imagen, fiel reflejo de la Sevilla de entonces, captada por el fotógrafo francés Vigier en la década de los 50 del siglo XIX. La foto es tan buena y ofrece tantos y tan variados detalles, pintorescos unos, costumbristas otros, que he decidido trocearla para que podamos captarlos mejor.


Debo no obstante precisar que la imagen superior no es a la que me refiero, sino una tomada unos años después, pocos antes de la demolición de la puerta, la cual presentaba, como de inmediato podréis comprobar, algunas diferencias, fruto de una remodelación llevada a cabo después de que Vigier la retratara. Vamos ya con los detalles de esta fotografía.


La Puerta



El Frontispicio


Las azoteas laterales
Derecha

E izquierda (ésta con macetas)




La Puerta de Triana también tenía un balcón




Junto a la puerta había una barbería


Y en la otra esquina, la gente se sentaba a tomar el sol. Era por la tarde, claro.



En una de las ventanas había una palma




A ambos lados de la puerta, como en todas las demás puertas de la muralla, había kioscos.

Este era el de la derecha.



Y éste, el de la izquierda



El kiosco de la izquierda fue desplazado poco antes del derribo de la puerta para abrir junto a su arco principal un postigo para el paso de peatones. Para verlo, acudimos de nuevo a la otra foto.




En esa misma foto también se puede apreciar qué había detrás de la Puerta de Triana, la calle San Pablo.





En la foto de Vigier se ve el otro lado de la calle.





Y ahora sí, por fin, la foto de Vigier íntegra. Érase una vez Sevilla




Por desgracia, la Puerta de Triana hoy es así.




Sé que las odiosas comparaciones que suscitan estas imágenes pueden sumirnos en la melancolía y provocar el lamento por la pérdida de algo que ni siquiera nuestros bisabuelos llegaron a conocer. Mi deseo, sin embargo, es que provoque en nosotros una reacción diferente y más positiva: alertarnos para impedir que nada de eso vuelva a pasar en Sevilla, que sepamos conservar y defender lo mucho y bueno que aún posee y hace de ella una ciudad, todavía, única en el mundo.

Juan Miguel Vega




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